30 de julio de 2008

LA MATERNIDAD

Ya desde el embarazo, en nuestro cuerpo se producen una oleada increíble de cambios y en nuestra mente se van forjando una serie de expectativas respecto a la maternidad que nos espera. A veces este embarazo no ha sido todo lo idílico que hubiéramos deseado y durante esos meses hemos tenido que soportar una lista muy larga de renuncias, de problemas físicos y de esfuerzos increíbles para tener a nuestro bebé en las mejores condiciones.

Tenemos a nuestro ansiado bebé y nosotras pasamos a un segundo plano, porque toda la atención se centra en él. Todo el mundo se interesa por él y nosotras incluso parece que tuviéramos que pedir permiso para cogerle. El parto para los demás, parece que fuera un mero paso intermedio, algo obligado por lo que tenemos que pasar y ya está.

La vuelta a casa

Nos gustan las celebraciones, fiestas, vacaciones pero a la vez no podemos evitar el deseo de volver a la normalidad. La variedad está bien de vez en cuando pero pensamos ¿cuándo volveremos a la rutina?. Esa rutina que nos da aporta cierta seguridad y control.
Tras el nacimiento del bebé, pensamos igual ¿cuándo volverá todo a ser como antes?. Pero depende lo que entendamos por “ como antes”, es decir que si nos referimos a ¿ cuándo volverá la rutina a nuestra vida cotidiana?, ¿ cuándo volveremos a nuestras duchas diarias?, ¿ cuándo nos acostumbraremos a tanta novedad?...... si nos referimos a eso, entonces las respuesta es MUY PRONTO. Pero si con el “ como antes” nos referimos a ¿cuándo nos sentiremos como antes de tener al bebé? ¿cuándo dejará de reclamar nuestra atención?, entonces la respuesta es NUNCA. Porque las cosas nunca volverán a ser como antes en este sentido.

Ya no somos las que éramos antes del parto. Nuestros pensamientos están ahora puestos principalmente en nuestro bebé, en sus necesidades. Antes era nuestra pareja y nosotras. Todo se ha vuelto muchísimo más complicado, desde hacer el amor hasta preparar la comida diariamente. Y esa es ahora la NORMALIDAD de nuestra vida.
Pero, poco a poco, nos vamos a ir acostumbrando a esta nueva realidad de nuestras vidas

Sin embargo cada etapa del bebé supone un montón de cambios. Y a la vez que va superando cada etapa le sobreviene otra nueva. Un día tenerlo en brazos es suficiente para consolarlo y dos semanas más tardes sus protestas significan que quiere que le demos una vuelta por toda la casa porque está aburrido. Al mes siguiente sus protestas tendrán otro significado y así constantemente. Esta superación de etapas de su desarrollo, vista así, puede resultar divertida, pero vivirla a veces nos confunde y nos hace desear cierta estabilidad en nuestro bebé.

Nuestro cuerpo ha cambiado

deseamos que las cosas “vuelvan a ser antes”. También significa que deseamos ver nuestro cuerpo como antes. El embarazo y la lactancia nos ha dejado secuelas y sentimos que físicamente estamos un poco reñidas con esta maternidad.
Antes de tener el bebé me sentía “ yo misma conmigo misma”, tenía el control sobre mi propio cuerpo, pero ahora, la cosa ha cambiado. Con mi bebé, es como si tuviera 2 cuerpos en uno. Ya no puedo funcionar pensando solo en mi misma porque ya no soy “sólo yo” sino que tengo que compartir mi cuerpo con el bebé. El me necesita, depende absolutamente de mí y a veces son sentimientos que nos producen temor por tanta responsabilidad e implicación. Por ello son muchas las ocasiones en las que deseamos que vuelva de nuevo la normalidad.

Pero existen maneras de superar este deseo de normalidad y la primera de todas es cuidarse, mimarse....

Mimarnos un poquito para cargar pilas
Seguramente habremos oído esta frase alguna vez, “ una madre que se sienta bien desde el punto de vista corporal y anímico es la mejor garantía para el desarrollo sano del bebé”, pero si no tenemos las herramientas para encontrar ese bienestar, esto solo nos puede causar frustración y miedo ya que no es así como nos sentimos y creemos que eso puede perjudicar a nuestro bebé.
Igual que la “luna de miel de los recién casados”, eso es lo que vamos a necesitar nosotras después del parto. Hacer una siesta cuando él duerma, comprarnos aquél alimento o dulce favorito, darnos un baño relajante con nuestro bebé, leer mientras damos el pecho a nuestro bebé, renovar nuestro vestuario, ir a la peluquería o levantarnos tarde por la mañana.

Otra estrategia es elegir una o dos cosas de nuestra vida e intentar controlarlas. Si el desorden de la cocina “nos puede”, a veces quitar uno o dos trastos nos pueden hacer olvidar el desorden general de toda la casa. Y si nos gusta la previsión, podemos decidir cada día hacer una pequeña cosa, escribir una carta, dar un paseo....

Se trataría de intentar buscar una gratificación, eligiendo tareas que nos lleven poco tiempo, que puedan hacerse por etapas y en varios días, o que sea posible hacerlas con un bebé a remolque. Completar una o dos cosas pequeñas de ese tipo cada 2 días, mata la sensación de que nunca se puede hacer nada y debemos felicitarnos de corazón cada vez que logremos un pequeño proyecto.

Si reconocemos fácilmente nuestros deseos y necesidades, ahora, con nuestro bebé, debemos seguir en la misma línea. ¿qué deseamos hacer? ¿qué nos satisface? ¿qué nos hace sentir bien?...

Tenemos que hacer acopio de nuevas energías y en resumen estas pequeñas cosas nos pueden venir fenomenal:
- Un baño relajante
- Un masaje
- Una salida al aire libre
- Comer en un restaurante
- Realizar un deporte
- Leer un libro
- Dormir
- Hablar con una amiga

Y debemos sentir que es el camino correcto tomar una decisión que va a favor de nuestro cuerpo y aumenta nuestra energía.
Claro, para todo esto puede que necesitemos a otras madres, a una amiga, a una abuela y por supuesto a nuestro compañero. No dudemos en pedir ayuda. Quizás una persona de confianza no tenga ningún inconveniente en quedarse un ratito con tu bebé mientras dedicas ese tiempo a algo que importante para ti.

Muchas veces las madres, pasamos demasiado tiempo solas con nuestros hijos/as. Hemos pasado a veces de la rutina laboral, de la intensidad de la relaciones que nos conlleva ese trabajo a sumergirnos en la maternidad de una manera aislada y solitaria.
Las madres necesitamos a otras madres que respondan a nuestras dudas, muchas de ellas ya han vivido un experiencia similar y su experiencia puede sernos de gran apoyo y ayuda.

El papel del padre

Nos tenemos que acostumbrar a “ pedir” y a “ dejar hacer”. Ellos puede acoplarse perfectamente a su papel de “ nuevos padres” igual que nosotras al de nuevas madres, y pueden desarrollar su instinto de protección en la medida que les damos la posibilidad de hacerlo.

El papel del padre es muy importante cuando sabe que nadie va acompañar, animar y apoyar a su mujer como él, su apoyo es vital en la crianza.
La proximidad con el bebé, le hará conocerlo mejor, establecer un vínculo más intenso con él y entender mejor sus necesidades y las nuestras. Les cuesta un poquito más vincularse, entender al bebé, conseguir que se calme, pero con tiempo y paciencia lo hacen muy bien.

A nivel hormonal ellos no han vivido la revolución que nosotras hemos sentido, por ello a veces se sienten confusos y no saben muy bien cual es su papel como nuevos padres.
Pero ellos tienes grandes capacidades y la mayoría quieren participar, de la crianza. Por eso  nosotras debemos de transmitirles confianza para que se impliquen con tranquilidad y sin miedos y si les transmitimos seguridad de que lo van a saber hacer fenomenal enseguida se van a adaptar ellos también a esta nueva experiencia de la paternidad y la crianza.

Al igual que nosotras quieren encontrarse en su papel de "nuevos padres" y por supuesto también pueden desarrollar su instinto paternal en la medida que les deajamos y  permitimos esa posibilidad, de hecho pueden desarrollar un gran vínculo con el bebé.

Para las mujeres es más fácil hablar con otras mujeres de nuestros sentimientos, desahogarnos. Para ellos no. Esa es nuestra válvula de escape. Sin embargo ellos, de repente no entienden muchas cosas, su mujer ahora “es madre”. Todo el día está pendiente del bebé, ya no tiene ganas de hacer el amor......

Si mantenemos el diálogo y la comunicación con nuestra pareja, tratamos de compartir nuestros sentimientos y nos dedicamos unos minutos a una sesión de masaje mutua, a tocarnos a abrazarnos a sentir la cercanía y el calor de nuestros cuerpos y ese amor que nos tenemos que todavía sigue ahí pero que a veces hay que volver a transmitirlo y que nos ha llevado al deseo de tener un bebé. Podemos facilitar el volver a conectarnos, el entender como estamos viviendo cada uno/a esa maternidad y esa paternidad y cuales son las dudas, los temores y como nos sentimos ante la nueva experiencia. A veces poniendo nombre al problema, les podemos ayudar a ellos a exteriorizarlo.

Pero cuidarse o  no, depende solo de nosotras, integrar algo de tiempo libre, solo para nosotras, en la planificación de nuestra vida diaria resulta imprescindible y necesitamos comunicarlo, hablar de nuesras necesidades. Solo así podremos sentirnos bien como madres sin dejar de lado nuestro YO MUJER.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Add to Google
Con luz propia de mujer - Templates Novo Blogger 2008